Cuando uno
descubre el amor y es correspondido, por la mujer por quien mantuviste tus
sentimientos contenidos por mucho tiempo, se puede decir que es como caminar en
las nubes.
Sientes que
llega el amor y todo transcurre en el aire, no notas lo duro del suelo. Caminas
como si nada existiese a tu derredor, más aun cuando llevas de la mano a la
mujer más encantadora del mundo, ella hace que la levedad del ser te haga
flotar como hoja que lleva el viento.
Algunos piensan
que en las nubes habitan los ángeles, no sé si será verdad, pero estar junto a
la mujer amada, te muestra que los ángeles pueden habitar también en la tierra.
Tomarla de
la mano, ver su sonrisa resplandeciente e incluso escuchar que te pregunta “Qué?”
cuando no puedes quitar tu mirada de ella, es sentir que un ángel te acompaña y
no te importa nada más.
Las nubes
siempre han sido misteriosas, toman formas que juegan con nuestra imaginación y
muchas veces cambian su estado gaseoso en líquido que cae en forma de lluvia limpiándolo
todo.
Caminar en
las nubes te libera, te mantiene en un estado ideal, te quita de la mente los
problemas, te enseña a apreciar las cosas sencillas de la vida.
Para algunos
el amor es una enfermedad, para otros es un sufrir, para otros llega a ser el
más agradable de los placeres, pero para quien en realidad lo descubre es la
más maravillosa experiencia que no se puede explicar, solo se la puede sentir.
Amar es una vorágine de sensaciones, todas al mismo tiempo, te sube y te baja
del planeta a su antojo y tú te dejas llevar al ritmo que te toca.
Amar en
realidad es eso inexplicable, que cada día te hace descubrir algo nuevo, basta
que esa mujer especial llena de encanto te sonría e inmediatamente te
transportas fuera del suelo, llegas a las nubes y no quieres que nunca nada te
baje de nuevo a la tierra, porque no quieres dejar de caminar en las nubes.
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